sábado, 7 de mayo de 2022

El mundo histórico: fragmentos de hermenéutica / Ángel A. Fernández *

En lugar de echar mano del concepto de historia como sucesión de hechos, eventos o acciones ubicadas en el espacio y en el tiempo, Wilhelm Dilthey prefiere el exquisito y estético concepto de mundo histórico. Con esta estrategia teórica ha dado un paso trascendental para la fundamentación de las ciencias del espíritu, por cuanto ha introducido el concepto de Mundo que está habitado por un principio complejo. El término mundo ya implica sentido. En efecto, “mundo histórico” ofrece diversos planos de significación. En un nivel empírico o de “positividades” se puede identificar los hechos o acciones históricas en su dimensión “objetiva”, como mundo de los “objetos” o creaciones históricas. En otro registro pero de capital significación se encuentra el mundo subjetivo o de las conexiones psíquicas de los individuos que a partir de sus “vivencias” hacen las más diversas interpretaciones. Mas, coordinar acciones a través de la mediación del lenguaje supone la intersubjetividad como bisagra maestra para construir mundo histórico. En el proceso de comprensión de los acontecimientos humanos ocupan un papel importante nuestras vivencias, pues en las ciencias del espíritu los hechos se presentan “desde adentro” en la vida anímica. No obstante, la simple apelación a las vivencias no basta para aferrar el contenido de la historia. Es necesario además hacer hermenéutica filosófica que implica, por una parte, indagar en los textos o mensajes heredados de la tradición; y, por la otra, hace valer el juicio histórico con base en cierto marco teórico y valorativo inseparable del espíritu pensante que investiga. Parece claro que se trata de aferrar el espíritu o las motivaciones espirituales de las distintas objetividades del ambiente histórico como expresión de manifestaciones de vida, sean Estados, iglesias, guerras, naciones, movimientos, creaciones culturales etc., para fijar la formación de sentido. Y ello demanda transitar el pasaje de la psicología hacia la hermenéutica que implica hallar los nexos de ideas, los lazos del lenguaje, examinando los mensajes que nos llegan y que demandan ser comprendidos. De allí el entronque nodal con el universo pragmático-semántico de las comunidades históricas para hacer realidad la comunicación entre el individuo (unidad psicofísica) con el mundo “de los otros” que producen y constituyen sentido, porque >queda implicada la intersubjetividad, la relación comunicativa con otros individuos y, por tanto, la noción de mundo compartido (Estado, familia, iglesia, instituciones, arte, filosofía, ciencia) que supone un mundo simbólico. En consecuencia, el concepto de mundo histórico, tal como se desprende de la filosofía de Dilthey, condensa componentes positivos al lado de elementos subjetivos e intersubjetivos, pero además integra elementos teóricos e ideológicos porque asume, consustancial con su postura hermenéutica, las concepciones o visiones que se tienen acerca de ese mundo. El punto de arranque es la “vivencia” porque opera como una estructura de significación. La vivencia está repleta de significado y al conectarse con otras vivencias reconstruye un tejido semiótico que sirve de enganche para penetrar e interpretar en el mundo histórico. Dilthey encara explícitamente que si los “objetos” de las ciencias naturales privilegian los fenómenos físicos en sus relaciones causa/efecto condensadas en leyes universales, entonces las ciencias humanas, como rasgo sustancial de diferenciación, deben aprehender las motivaciones espirituales. Por eso, mientras en las ciencias naturales prima la explicación (Erklären), en las ciencias del espíritu lo fundamental es la comprensión (Verstehen) destinada a captar el espíritu y sentido de los productos de la cultura humana, desde costumbres, mitos, leyes, valores hasta obras de arte y sistemas de pensamiento. En el estudio de lo humano es esencial aferrar el espíritu, los hilos invisibles de tipo espiritual que animan el movimiento de las objetividades que se forman en el mundo histórico condensados como nexos de lenguaje, para activar la empresa hermenéutica en pos de arribar a la comprensión de las “formaciones de sentido”. El mundo histórico es el lugar de los acontecimientos humanos como expresiones de vida, es el lugar del lenguaje y de la acción; es el bosque por donde se desplaza la trama de intereses y de poder, campo de pulsiones y de relaciones de fuerza, territorio de las guerras entre estados; asimismo es lugar de la intersubjetividad, espacio de comunicación y de “acuerdos”, mundo bizarro y agonal, pero a la vez campo de invención, creación e imaginación. Mundo de hechos pero también mundo de símbolos y de lenguaje, mundo de acciones pero también de explicaciones, racionalizaciones y teorías. Se trata de un mundo en el cual un gesto o una palabra pueden generar un campo de irradiación capaz de producir cambios y modificaciones en el tegumento social. El mundo histórico es el elemento y ambiente de lo meramente humano con su mezcla de componentes racionales e irracionales. Es el medio para la acción pero también para la palabra que es, a su vez, acción, acto de habla o acción comunicativa. El mundo histórico se presenta también como campo estratégico del discurso, el ardid retórico tiene allí su lugar; la manipulación, el engaño, la intriga, el envite ideológico, encuentran un campo fértil para su expansión, puesto que la propiedad psíquica de lo humano lo alimenta con sus pasiones e intereses. Dilthey echa mano a la noción hegeliana de “espíritu objetivo” pero no lo hace para mostrar el aporte de Hegel a las concepciones de la historia, ¡no! Lo hace para producir el desplazamiento de la psicología a la hermenéutica, para dar el paso de la dimensión psíquica hacia el mundo histórico que es el ámbito donde se produce y se constituye el sentido. En efecto, el mundo histórico en cuanta condensación de Estado, leyes, instituciones, costumbres, cultura, arte, ciencia, etc., configura el entramado simbólico que hacen posible las “conexiones significativas” en un marco de temporalidad. Por tanto, ese mundo humano pleno de “vida histórica”, vida política o estética, constituye el lecho pragmático-semántico que hace visibles las claves para poner en marcha el proceso de comprensión hermenéutica. Entonces, la vivencia queda en buena compañía porque la “puesta en escena” de la escritura, el texto, el documento con su caudal de “mensajes” referido a comunidades discursivas concretas, abre las posibilidades de la interpretación en un contexto de sentido alimentado por sujetos de lenguaje y acción. *Investigador en Historia y Filosofía de la ciencia. *Profesor de Postgrado Para seguir leyendo: Dilthey, Wilhelm. (1944). El mundo histórico. Edit. Fondo de Cultura Económica. México. --------------------- (1944). Introducción a las ciencias del espíritu. Edit. F.C.E. México. Hegel, G. W. F. (1983). Fenomenología del Espíritu. Edit. Fondo de Cultura Económica. México.

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